Fuente: Coreen Villalobos Mundo
01/13/2021

Raleigh, N.C., 10 de enero de 2021- Eledina Noemí Velásquez Bartolón tiene 33 años y recientemente fue trasladada de Nueva Jersey a Carolina del Norte, acatando la orden de una corte, cuyos jueces determinaron que requería protección.

Su ex esposo, un joven mexicano que tenía residencia en los Estados Unidos, la minimizó emocionalmente hasta hacerla sentir que no tenía vida.

Durante los últimos 3 años de su matrimonio con él, Eledina recibió violencia psicológica, verbal y financiera. Cuando levantó su mano para agredirla físicamente, una fuerza interior se encendió dentro de esta joven, quien decidió decir: "¡NO MÁS!".

Tras haber vivido un infierno en una cárcel llamada casa y no tener las herramientas emocionales para romper el miedo, vio el terrible daño que su ejemplo de sumisión le haría a su única hija, quien hoy día tiene 8 años.

Eledina denunció a su agresor y de inmediato se activó el sistema de protección y todas las vías para la tramitación de una visa VAWA se le abrieron, permitiéndole cambiar su vida para siempre.

Después de permanecer 5 años bajo la sombra de un esposo que la trataba como un ser ilegal sin derechos, Eledina tiene en sus manos Residencia Permanente en los Estados Unidos.

Tras haber derramado muchas lágrimas -incluso durante esta entrevista-, ahora sonríe al saber que, debido a su ajuste de estatus migratorio, pronto viajará a Guatemala para visitar a sus padres, a quienes no ve desde que cruzó la frontera de los Estados Unidos. El miedo a ser deportada desapareció. 

Su hija, finalmente, conocerá a sus abuelos.

Aunque aguantó 3 años de maltrato constante, Eledina se convirtió en un ejemplo de resistencia, perseverancia, valentía y justicia, cuando decidió tomar acciones legales contra su agresor.

"Hoy me siento libre y feliz, pero sentí muchísimo miedo. Dar este paso es lo más difícil del mundo. Si te dicen tantas veces que eres mensa, pues tú crees que estás mal, que eres una inútil y que no sirves para nada. Darse cuenta de esto no es fácil, pero tampoco imposible. Ningún tipo de agresión es normal", dijo.

Rosas con espinas

El ex esposo de Eledina pasó de darle rosas y chocolates a quitarle su empresa, bajo el pretexto de que ella no tenía documentos.

La agredía psicológicamente cuando le decía que las mujeres indocumentadas nunca podrían obtener la custodia de sus hijos y que si intentaba alguna acción legal en su contra, la deportarían.

Le robó celulares y le confiscó computadoras de trabajo.

La minimizó hasta hacerla sentir una mujer inservible.

Esta es la historia de esta joven que, después de tanto sufrimiento, salió fortalecida y victoriosa del foso donde fue metida.

Eledina nació en un pueblo guatemalteco que comparte frontera con Chiapas, México.

Persiguiendo el sueño americano y con un gran espíritu independiente, cruzó la frontera junto a su hermana, con quien vive actualmente en Carolina del Norte.

Pasó el desierto, se repuso, trabajó en el campo, haciendo pisos de madera en casas, descargando trailers, empacando libros y periódicos, en polleras. Nunca dejó de trabajar, convencida de que "Estados Unidos es un 
país donde uno puede ahorrar, superarse y te da muchas posibilidades para echar para adelante". 

Un día se hizo independiente, tras crecer poco a poco en una empresa con sistema multinivel.

"Me iba bien. Dentro de este ambiente, conocí a quien fue mi esposo. Al principio, todo fue muy bonito: rosas, chocolates... todo eso. Me propuso matrimonio, creí en él y a los dos años de estar casados, tuvimos a nuestra hija", relató.

Ambos estaban muy estables como microempresarios. Eran independientes y prósperos. 

"Los cheques nos llegaban mensualmente a nuestra cuenta. Él se salió de su trabajo y comenzamos a trabajar juntos".

Cuando Eledina estaba embarazada, comenzó su tormento.

Su esposo empezó a maltratarla verbalmente.

Después, inició el acoso financiero.

"Tienes que pasar la empresa a mi nombre porque tú no tienes Seguro Social y yo sí".

Eledina no estaba de acuerdo porque levantar su empresa le costó mucho esfuerzo, pero accedió, sintiendo un gran dolor.

"Fue algo que empecé y quería continuar porque me estaba preparando y desenvolviendo bien, pero a las mujeres latinas nunca nos pasa por la mente hacer las cosas separadas de nuestros maridos. Eso lo vi de mi madre. Él me decía: 'Me pasas la empresa, o te dejo de ayudar y voy a hacer las cosas mías aparte". Cuando te casas, sientes que todas las cosas se hacen en pareja. Eso pensaba", precisó.

Las agresiones iban escalando en forma y tonos. 

"Aquí, yo soy residente y te llevo ventaja. Así que tú no fácilmente te puedes llevar a la niña y fácil puedes ser deportada. Y yo dije: Pues sí, tienes razón", relató.

Cuando su hija tenía 2 años y ante el peligro de que comenzaran agresiones físicas, Eledina vistió a la pequeña y se fue de su casa. Llamó a una iglesia, se refugió allí y no volvió nunca más.

El poder del amor propio
El estrés postraumático de Eledina fue abordado por especialistas que laboraban en la iglesia que la albergó, el estado de Nueva Jersey y organizaciones pro-inmigrantes.

"Recuerdo temblar de pánico ante lo que nos pudiera ocurrir a mí a mi hija si él nos encontraba. Él me manipuló y bloqueó mi mente", dijo.

Pero una vez que ella comenzó a recibir terapias, descubrió el poder del amor propio y que tenía derechos para hacer tantas cosas que creía imposibles.

Fue a la Corte, denunció a su esposo, pidió la custodia de su niña, tramitó una visa VAWA y solicitó la Residencia Permanente.

"Yo estaba medio muerta. Recibí el apoyo de mucha gente, especialmente de la organización Mil Mujeres en Carolina del Norte, quienes me abrieron los ojos respecto a todos los derechos que yo tenía y no sabía".

Hoy día, Eledina tiene permiso de trabajo y número de Seguro Social, es una madre feliz con muchos proyectos en vista y ganas de prosperar.

"Me siento bendecida porque, después de tanto tiempo, podré abrazar a mis papás. Mi hija y yo nos vamos en marzo para Guatemala".

Siente el deber de animar a muchas otras mujeres y hombres en estado de vulnerabilidad a vencer el miedo.

"No se dejen manipular. Sí hay instituciones que ayudan", dijo finalmente.


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